¿Para qué sigo esperándote? Eso me pregunté cada una de las noches que me dormía llorando. Me estoy acostumbrando demasiado al dolor que me provocas. Debería odiarte, pero sigo justificándote diciendo que soy el problema. Ahora le temo a las personas, desconfiada y llena de despecho, en todo esto me convertiste. Me enseñaste a borrar lo malo y recordar lo grato. Solo guardo los buenos tiempos, como aquella noche que te vi bailar hasta el amanecer antes de que me matarás de una vez por todas.Ella y otras tantas, te hacen el amor. Ella y otras tantas, caen en tus brazos. Ella y otras tantas ocupan mi lugar. Ella y otras tantas, confían en los mismos enredos perversos en los que caí. Quiero dormir y no despertar mañana. ¿Por qué no me advertiste de tus verdades? Me hubiese atado menos a este infierno.